lunes, 17 de diciembre de 2012

¿Qué hicimos para merecer la religión?


Tuve varios problemas con la religión. Pienso que dios esta en cada uno, y no en una religión.

“Who are you? What are you fighting for? Holy truth? Brother I choose this mortal life” – Keane from the song “Perfect Symmetry”

Separando el dogma de las creencias, este ensayo sólo trata sobre la Religión, en otra ocasión escribiré una trilogía en dónde explicaré mis creencias y el concepto llamado “Dios”. No espero algún comentario que me apoye porque no estoy buscando popularidad; es muy padre expresar lo que se piensa, lo cual es más valioso que tomar poses preconcebidas para tratar de agradar a todos (algo imposible). De antemano sé que muchos no van a estar de acuerdo conmigo.

Me gustaría pensar, que la mayoría de mis lectores son sensatos y educados con los que se puede dialogar, claro está que no tienen por qué cumplir con mis expectativas así como no debo cumplir con las suyas. Hay ciertos temas muy sensibles que hacen que las pretendidas civilidad, educación y tolerancia de la gente se esfumen y dejan salir sus instintos primitivos. Ojalá se perciba el fondo del escrito más que la forma del mismo. Sé que lo voy a lograr con algunos, y no forzosamente sin religión, porque hay creyentes muy inteligentes con los que se puede dialogar al respecto.

Cuando escribí el ensayo sobre los “Hijos Pródigos”, en ningún momento pensé que iba a causar malestar, pero hubo tres mails, de personas que se consideran religiosas, que llamaron mi atención.

El primero fue bien fundamentado, inteligente y respetuoso, el cual vino de un hombre bastante desarrollado en temas espirituales y teológicos, mismo que lleva una religión pero no como requisito para quedar bien ante la sociedad, además de que sabe perfectamente que su Religión no es lo mismo que Dios. El segundo mail fue de alguien que aprecio mucho, sobre todo por ser un auténtico caballero y, aunque note que mi escrito le molestó bastante, en ningún momento perdió la compostura.

El tercero fue un conocido al cual le ganó, y por mucho, el fanatismo con el cual lleva su religión; autonombrándose “Hijo del Señor” sacó toda su ira, intolerancia, violencia, ceguera, frustraciones y tantas cosas que traía en su ser. Ciertamente mi escrito le movió bastante; ya que se expresó de manera agresiva, salvaje y grosera: se metió conmigo, con mi familia, con mi educación, con mi trabajo, con mis raíces, creencias, esencia y todo lo que podía insultar y descalificar de mí.

“Basta convencer al santurrón de que está libre de todo pecado para que empiece a tirar piedras, o bombas, con entusiasmo. Y de hecho no hace falta gran esfuerzo, porque se convence solo con apenas un mínimo de ánimo y coartada” – Carlos Ruiz Zafón (“El Juego del Ángel”)

Este escrito iba a salir desde hace un año pero, no lo voy a negar, sí me “cisco” la reacción tan violenta antes referenciada. Obviamente durante este año la gente no se ha vuelto más tolerante o menos fanática para tratar del tema. En una cultura tan religiosa como la nuestra, lo raro es que la gente no sea fanática e intolerante, sin embargo, ya no puedo dejar que el tiempo siga pasando sin que este texto salga a la luz.

            No dudo que, en sus inicios, cada religión nació con la mejor de las intenciones y con un propósito productivo. Tristemente la corrupción que inspira el poder de cualquier tipo, hace que las mismas se tornen en mecanismos de manipulación, sometimiento y dogmatismo. No me opongo a que la gente crea en lo que quiera, sí aborrezco a las Mafias que aprovechan la necesidad humana de tener fe en algo.

Muchas personas dan por sentado que profesar una religión en automático los hace “buenos”, como si la misma tuviera esa facultad per se. Sin embargo, lo que traemos dentro de nosotros es lo que determina nuestra calidad humana, no tiene que ver con las creencias, sino con nuestra esencia. Para muchos es más fácil colocar esa responsabilidad en una agrupación en vez de tomar sus propias decisiones y ser dueños de su bondad o su maldad, de las acciones resultantes de su libre albedrío.

Son como los que asignan la facultad de su felicidad a terceros, ya que es más fácil culpar a otro si no somos felices. Es mucho más sencillo decir “¡No Dios! ¿Por qué me mandas esta prueba tan dura?” que ver que nuestras acciones y decisiones nos han llevado a situaciones desagradables o, con lo que está fuera de nuestro alcance, no tenemos la madurez necesaria para aceptar que la vida está llena de subidas y bajadas. Por tal motivo hay mucha gente cerrada, que toma como dogma lo que la religión dice porque así, si no son felices o buenos, pues en realidad no es su culpa sino de alguien allá arriba que no está haciendo su trabajo.

Nadie tiene el monopolio del bien, por lo tanto no es necesario tener una creencia determinada para ser “bueno”, productivo, propositivo, etc. Tener fe en algo no anula la capacidad de maldad que cada cual posee internamente (así es TODOS somos capaces de hacer actos nocivos). Lo que vale es la actitud hacia los demás y hacia la vida, no sólo con el prójimo que comparte tus creencias, sino con cada ser viviente que habita este planeta (no sólo humanos). No importa cuántos ritos religiosos uno haga, si las acciones no son congruentes con lo que uno predica, entonces es mejor no predicar algo que no se va a cumplir. Es más importante alguien que, a través de sus acciones muestra su bondad, en vez de hacerlo a través de oraciones huecas sin hechos que las sustenten.

            «El paraíso lo prefiero por el clima; el infierno por la compañía».– Mark Twain

            Algo que no sólo es cierto para mi país, sino para el mundo en general, es que entre más apegadas a la religión son ciertas culturas (por no llamarlo fanatismo), menos desarrollados son; y es que a las religiones les conviene esa ignorancia y jodidez para mantener su prosperidad.

            Un ejemplo bastante claro son las peregrinaciones que se hacen en México para venerar a distintas imágenes en lugares retirados. La mayoría de los que van son de origen humilde, que apenas tienen para sobrevivir y, sin embargo, la religión los “invita” a que hagan una peregrinación que sólo significa desventajas: arriesgan su vida, su salud, se agotan y, sobretodo, dejan a un lado su medio de sustento por algunos días, como si vivieran en la abundancia para darse dicho lujo. Esta gente no razona y dirán con total devoción “Es un sacrificio que se me recompensará en el cielo”, lo malo es que los que lo resienten en esta vida son sus dependientes, mismos que tienen que apretarse el cinturón mientras el peregrino regresa de su travesía. Creo, fervientemente, que cuando uno se salta el orden o la clasificación de necesidades en la Pirámide de Maslow, es que hay una ausencia alarmante del sentido común (el cual es el menos común cuando de religión de trata).

            Me ofende el sufrimiento que promueven las religiones, en la vida ya hay mucho de ello como para que una creencias te imponga más, como se hace en las procesiones de Semana Santa, las autoflagelaciones, el uso en el pasado de cilicios o las matanzas que se promovieron en las Cruzadas “en el nombre del Señor”. Estas mismas creencias retrógradas que condenan hacer el amor o tener sexo y lo descalifican como fornicar, cuando es algo que brinda tanto gozo.

            Esas religiones que se embelesan con el sufrimiento de su mesías y lo magnifican a más no poder. Prueba de ello es la película “La Pasión de Cristo”, misma que está llena de violencia, llena de sangre, de tan mal gusto como cualquier matanza de cualquier película de Hollywood. Sin embargo, los Cristianos de todo tipo se regocijaban con tanto sadismo, tanto sufrimiento, en verdad inconcebible que se disfrute con el sufrimiento humano, sin importar la víctima.

"Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de la oscuridad para brillar" – Arthur Schopenhauer

            Las religiones son tan ilógicas que la gente pretende que cumple las reglas cuando, en realidad, en secreto disfruta rompiéndolas y después van a “limpiar” sus pecados con una confesión (por otro humano igual de imperfecto e inmoral), una penitencia y una limosna. De la palabra a la acción hay mucha diferencia, como escribí en otra ocasión, el ser humano sigue más sus instintos que sus creencias, lo malo es que no puede disfrutar lo que lo hace sentir bien, así que acarrea un sentimiento de culpa al templo para que lo exoneren de ello.

Obviamente los países de primer mundo también tienen religión, en donde un porcentaje mayor de la población la ejerce responsablemente pero sin fanatismos, sólo es una parte de su vida, no la totalidad de la misma. Es posible tener progreso, aún teniendo creencias, les recomiendo esta liga.

            Quiero ver cuántos devotos lo siguen siendo si tuviéramos el manejo de religioso como el de Alemania, en dónde te cobran para ejercer la misma (alrededor 3% del sueldo, tengo entendido). Eso sí, no tienes que dar limosnas, ni te cobran por cualquier servicio que se te otorgue, mismos a los que tienes derecho al pagar tus “impuestos de Religión”. Si eso se diera aquí, el número de personas sin religión aumentaría considerablemente, y se darían cuenta que no necesitan dogmas o métodos para tener creencias. Casualmente las personas que dejarían la religión (Los llamados “Católicos de sociedad” que sólo se aparecen en eventos importantes), son los más ofendidos si les tocan la religión, pero el humano moderno tiende a ser incongruente por naturaleza.

            ¿Por qué tienen tanto éxito las religiones? Porque ofrecen una espiritualidad que, aunque todos llevamos dentro, no a todos se nos enseña cómo desarrollarla y, por eso, aceptamos una fórmula conocida (mas no comprobada) por generaciones, sin importar que ésta no evolucione, porque siempre están repitiendo los mismos sermones a través de los siglos. Ahí es dónde se denota cierta “flojera espiritual” por parte de la humanidad, una auténtica holgazanería.

             Hay que aclarar que la religión no es igual que espiritualidad ni tampoco son representantes de “Dios”. En realidad es un invento humano que prostituye la espiritualidad y la fe al convertirlas en fanatismo. La religión es restrictiva, retrograda, intolerante, corrupta, cegada, mafiosa, política, manipuladora y todo lo que quieran, menos espiritual.

            Ha tenido tanto éxito porque se pone a jugar con los anhelos y miedos de las personas. Cuando era pequeño, durante mis oraciones, rezaba con tal  fervor o pasión, porque esperaba que se me concediera una novia bonitaposesiones materiales o, en la adolescencia, dejar de vivir enel pueblo donde estaba. También rezaba para que mis padres vivieran muchos años, porque no los quería perder, tampoco quería irme al infierno, ni perder a mis perros o a ninguno de mis seres queridos; miedos que alimentaban mi devoción para evitar todo ese dolor potencial (e inevitable).

            En vez de que cada cual busque sus propias respuestas, es más fácil consumir el producto que se nos ha ofertado por tantos siglos, siempre será más fácil adoptar algo ya hecho y decir “¡Ah! ¡Bueno! Así son las cosas y no cuestiono nada” a tener el valor de buscar algo por sí mismo, así sea lo más ridículo para el resto, pero es una conclusión propia, y no que te tragas algo porque todos los demás te dicen que “¡Así es y punto!” como dogma incuestionable.

“El éxito de las religiones, los equipos de fútbol y los partidos políticos revela que el ser humano se siente cómodo dentro de una comunidad donde el pensamiento se decide de antemano” – tomado del libro “Nietzsche para Estresados” de Allan Percy
Las religiones están infestadas de creencias insensatas y obsoletas como sacerdotes que son obligados a mantener el celibato (aunque muy pocos lo logran), eso mismo ha propiciado tanta pedofilia y homosexualidad entre ellos o, en el caso menos grave, tienen que llamar a los hijos, que tuvieron con las monjas o con sus sirvientas, “sobrinos” para mantener las apariencias.

Otro dogma primitivo impide que haya sacerdotisas o que las monjas ejerzan susexualidad. El sexo es algo natural y el limitar a un ser humano de ello debería ser considerado un crimen a la vida. Igualmente si un sacerdote toma el celibato por convicción propia sería más productivo a que se la impongan, porque eso genera más problemas de orden moral (y torturan o corrompen al individuo en cuestión).

En un mundo donde cada vez somos más y se torna más difícil obtener calidad de vida, es una grosería que haya religiones que prohíban los métodos anticonceptivos y motiven a sus feligreses a tener “los hijos que Dios te mande”, aunque no haya con qué mantenerlos y no sean deseados.

Esas reglas establecidas hace miles de años, en la actualidad, resultan obsoletas y nocivas para el mundo actual, ese mismo reglamento con el cual se guían hasta el día de hoy las religiones. Además de que promueven odio e intolerancia contra los que no comparten sus creencias, contra los homosexuales o ladegradación de la mujer por considerarla “inferior”. También atentan contra la vida al impedir las transfusiones de sangre sin importar lo vitales que sean. Estupideces como no tomar alcohol o comer carne de cerdo tienden a ser más importantes que el bienestar de los propios seguidores y sus seres queridos. Nimiedades que no hacen al mundo un lugar mejor, sin embargo la gente cree que se van a hacer acreedora a un cielo que, probablemente, no exista y por el cual sacrificaron el paraíso que tienen en su paso por la tierra.

Otro crimen en el que caen ciertas religiones es el impedir que te cases con alguien que tenga otras creencias, esto sin importar que estés profundamente enamorado de ella. Respecto a las celebraciones, comparto que hay muchas que el Consumismo nos impone, pero el hecho de no celebrar cumpleaños es algo que lo encuentro ridículo, ya que pueden ser muy sencillos y dar mucho placer al convivir con tus amigos. Un cumpleaños no daña a nadie: una pequeña reunión, una rebanada de pastel, unos abrazos y hasta algún regalillo son pequeños placeres que hacen que la vida sea un poco mejor.

Lo que sí debería ser un pecado es la mezquindad y cerradez que las religiones les imponen a sus seguidores, mediante reglas tontas que tornan los días de sus feligreses un poco miserables. Creo que si algo te hace menos feliz en esta vida (sin dañar a terceros) debería ser considerado un crimen o pecado.

Me parece increíble que la gente no vea lo ridículos y poco productivos que resultan esos dogmas y descalifican acciones que son más productivas para el prójimo. Los rituales preconcebidos que nos hacen profesar un amor a edificaciones o a imágenes, ese sentimiento que se despilfarra en íconos se niega a un ser vivo. Es indignante la devoción que se le dedica a un objeto inanimado y, aún más pasmoso resulta, ignorar el sufrimiento ajeno; ésa es la contradicción de las religiones: predicaran mucho amor, pero sólo de palabra, no en los hechos.

            Si nos guiamos porque la religión con más seguidores es la correcta (Judeocristianos con 2100 millones), entonces todos los demás (4900 millones), ya están condenados a irse al infierno, por no creer en el “verdadero” Dios. Esto sin importar si son buenos o malos, porque están negando al “verdadero”. ¿Captan el sarcasmo verdad? ¿Entonces por que seguimos creyendo que alguien tiene el monopolio de la verdad? Aunque haya tantas y tan diferentes creencias en el mundo, tengo la impresión que no estamos ni cerca de entender ese concepto llamado Dios.

Esas religiones que, de acuerdo a sus reglas, puede mandar a un drogadicto, a alguien que maltrate animales, a un violador, narcotraficante, a un ladrón o a un asesino al cielo, mientras éste cumpla con sus sacramentos, se confiese, rece, vaya a sus respectivas ceremonias, dé sus diezmos y se confiese. Esa misma basura humana que tendría las puertas abiertas al paraíso sobre cualquier otro con religión distinta o que carezca de ella, cuyas acciones son infinitamente más productivas, pero con el pecado de tener creencias distintas a los de la escoria humana, se irá al infierno.
           
            El Cielo e Infierno fueron creados por los círculos del poder, del cual forman parte importante las religiones, para tener sometidos a los pobres e ignorantes, que representan la mayoría de la población y, su explotación, la base de la economía actual. De esa forma las clases bajas se sienten agradecidas por sus penurias actuales por el acceso a una Quimera que les venden como real, o por un terror infundado a un lugar más terrible de lo que están viviendo. Y sin embargo, es un sistema que sirve.

            Con el pobre desarrollo de la mayoría de los humanos, las religiones sirven de correas para que no se desate una anarquía total. Si la humanidad fuera lo suficientemente desarrollada las religiones no serían necesarias, ¿no me creen? Les pongo los ejemplos de Suecia, Dinamarca, Japón, Noruega, Finlandia, Francia o Corea del Sur, países que se destacan por su alta calidad de vida, y son de los que menor porcentaje de población religiosa tienen y, los que lo son, no están en los niveles de fanatismo que se presenta en Latinoamérica. Las personas están tan letradas que han llegado a conclusiones similares a las de este ensayo.

            Tengo que admitir que, sin la religión, la humanidad se enfrascaría en una automasacre que mermaría bastante la población, lo cual no creo que sea tan malo (gracias a que encuentro las enseñanzas de Malthus muy coherentes), pero como los círculos del poder no lo van a permitir, por eso se alían con las distintas religiones para mantener sometidos a los borreguitos que soportan la economía (traducción: Los jodidos). La religión tiene la misma función que la TV: adoctrinar a las masas para que no piensen y sea más fácil dominarlas.

“La gran mayoría de gente en este mundo no cree en la verdad, sino que cree, de buena gana, en aquello que desearían que fuera verdad. Esa gente no ve nada por mucho que abran los ojos. Embaucarlos es pan comido” – Haruki Murakami (1Q84)

Personalmente, creo que el ser humano común y corriente no está preparado para llevar o seguir una religión. Llevarla implica demasiada tentación por el poder que genera el dirigir las creencias de tantos millones de personas. El seguirla no es fácil sin caer en el fanatismo. Para mí, el número ideal de integrantes en una religión es UNO. Cuando uno mismo es responsable de sus creencias es más factible que sea congruente y maduro con su manera de ver la vida, ya que no descarga en alguien más lo que debe pensar o debe creer, además de que no tiene a quién culpar de sus fallas (o quién lo justifique de las mismas).

Mi religión es de una sola persona, no admito más correligionarios, ¿Por qué? No es porelitista ni por intolerante, es porque está comprobado que cualquier asociación humana con muchos integrantes, empieza a corromperse por intereses ajenos al objetivo inicial. No necesariamente se corrompen los fundadores, pero sí los que heredan el mando. Esto pasa en casi todos lados, en donde los principios pasan a segundo término (para los dirigentes) y el poder es el nuevo “Dios” regente (TAL VEZ se salven el budismo o el Shintoismo de esta tendencia).

Lo que llaman Dios no es la religión, ni las imágenes, ni los libros sagrados, ni las ceremonias, ni los templos. Tristemente se veneran más expresiones gráficas que a la vida en sí. Se despilfarra mucho amor o devoción en dibujos o en creencias mientras destruimos a un planeta vivo, que es nuestro hogar y nos mantiene funcionando, al cual le debemos nuestra existencia, mismo que sí ameritaría una religión que lo salvaguarde.

            Hebert Gutiérrez Morales.

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